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Al contrario de lo que mucha gente piensa, un cóctel es algo más que azúcar y verano; hay cócteles diseñados para el vermut (de esencia amarga) o centrados en el café, en la digestión de una buena comida. Los hay salados, picantes, ácidos, ahumados y cómo no, dulces. Y es por esto que muchos entendemos la coctelería cómo “cocina líquida” de presentaciones únicas, productos de calidad y sabores para todo tipo de paladares. Ni siquiera la edad ni ciertas responsabilidades son un impedimento para degustar nuestro trago favorito, existen infinidad de cócteles sin alcohol además del archiconocido San Francisco.

En Naunet nos gusta darle bidireccionalidad a las mezclas que agitamos con pasión. Por una parte nacen de emociones, recuerdos o de un concepto que aflora en la mente del mixólogo. Pero también es una creación hecha a medida que reúne los matices y sabores demandados por el consumidor. El cóctel se empieza a disfrutar antes del primer sorbo. Hay que generar curiosidad y una actitud proactiva del consumidor. No debe reducirse a un mero consumo, es una experiencia global en la que intervienen desde la puesta en escena y la creación de expectativas a la estimulación de los sentidos, la memoria gustativa, la sorpresa y la interacción del consumidor.

Al final, lo que realmente importa es disfrutar de ese momento en el que nos acercamos a nuestro rincón favorito a degustar de ese trago que ya conocemos o a descubrir nuevas mezclas que a priori no llaman nuestra atención, pero que para nuestra sorpresa, acaban abriendo nuestro paladar y marcando nuestra memoria creando recuerdos maravillosos.

Si es usted un apasionado de la coctelería o por el contrario, un completo desconocedor deseoso por descubrir, les invitamos a que nos visiten. Porque recuerden, casi nunca la sofisticación es accesible.

Alberto Santamaría
Naunet Lounge Bar.